Esa mañana
Los pequeños lectores se identificarán con los divertidos monstruos de esta historia cuando en ocasiones al discutir con hermanos o amigos se entristecen sin saber cómo componer esa aflicción. Mangrufo despertó sin ánimos de salir de su cueva. Un poco como Leuklaya que no tuvo ganas ni de jugar con sus muñecas. El día anterior habían ocurrido cosas horribles y ambos se sentían avergonzados.