Ojo de agua
lejandra Torres García ha trabajado hasta ahora diversos lenguajes artísticos y siempre ha demostrado solidez y talento, pero, de manera evidente, es la poesía la patria originaria de la que surgen todas sus visiones y toda su originalidad (La Poesía, con mayúsculas, esa experiencia arrebatadora que necesariamente debe verbalizarse y que, por su propia fuerza psíquica, emocional, intelectual y estética, esencialmente rebasa lo verbal, doblando el metal del lenguaje y obligándolo a volverse rítmico, musical, figurativo, metafórico, más allá de sí mismo).
Varias características convierten el trabajo estrictamente poético de esta mujer en una experiencia notable. Durante varias décadas, por ejemplo, fue un tópico que la poesía escrita por mujeres se centrara en la exploración del ser femenino y, particularmente, en su erotismo particular; aunque en algunos de los poemas de Alejandra el tema del erotismo femenino está presente, nunca constituye un fin en sí mismo, sino más bien configura la plataforma desde la que se exploran (y se expresan) la originalísima sensibilidad y la heterodoxa visión de esta atrevida poeta que no teme internarse hasta las zonas más oscuras de la selva del lenguaje.
Enrique Servín