Las brujas
Sospecha, traición e histeria en Salem, 1692
Todo comenzó en 1692 durante un invierno excepcionalmente crudo en Massachusetts, con los gritos y las convulsiones de la hija de un ministro. El pánico estalló por todo el pueblo e involucró a los hombres y a los políticos más prominentes de la colonia. Padres e hijos acusaron a esposas, hermanas y a todo ser viviente que pudiera resultar una amenaza. Ese año la Colonia de la Bahía ejecutó por brujería a catorce mujeres, cinco hombres y dos perros. La hechicería se materializó en enero y en septiembre murió la última ahorcada; siguió después un silencio absoluto y lleno de azoro que duró una generación. Lo que perturbó a quienes sobrevivieron el calvario no fue la maliciosa práctica de la brujería, sino la torpe administración de justicia a una mayoría compuesta por mujeres. En 1692 el dogma y la implacable cruzada contra el mal se combinaron en Salem y ofrecieron el escenario ideal para el episodio sensacionalista por definición, un capítulo distópico del pasado colonial puritano que con espasmos, crujidos y destellos sigue abriéndose paso a través del imaginario colectivo a más de trescientos años de distancia.