Por la reconstrucción y/o construcción de un nuevo Acapulco
La noche del 24 de octubre de 2024 el huracán Otis entró al puerto de
Acapulco, con la mayor fuerza, y la mayor intensidad, que cualquier otro
fenómeno de este tipo haya tocado tierra en el pacífico americano en la
historia reciente. Las inéditas características de este ciclón representan un punto de inflexión en la evolución del cambio climático, reiteradamente advertido por la comunidad científica mundial, y sus irreversibles consecuencias para nuestro planeta tierra.
Este fenómeno representa un gran desafío para la humanidad en general, y en particular para la micro sociedad directamente afectada, sobre todo de los municipios guerrerenses costeros de Acapulco de Juárez y Coyuca de Benítez. Otis convirtió a esta región en una zona devastada, no hay referencias previas de un desastre humanitario y ambiental de tal magnitud en esta parte del mundo. Prácticamente todo el sistema institucional, económico, de comunicaciones y servicios, fue colapsado o rebasado; pero, lo que siguió a las primeras horas del huracán fue otra sorpresa, la mayor parte de los establecimientos comerciales fueron saqueados por la población durante cinco días; aun cuando no se tiene un recuento de estos daños, algunas voces afirman que este segundo “huracán social” terminó por derribar los escasos medios que podrían haber contenido la emergencia del fenómeno natural. No obstante, en días posteriores también emergieron la esperanza de la solidaridad social y el letargo institucional inicial fue
reemplazado por el operativo de ayuda humanitaria más grande que se
tenga memoria en nuestro país.