Así las cosas
“Me pregunto si hay / un mapa de nosotros”, escribe Sergio D. Lara. Ese mapa, de haberlo, ¿a dónde nos conduciría? Tal vez al interior de nuestros cuerpos. Tal vez, por el contrario, muy lejos, a las constelaciones. Tal vez ambos destinos coincidan de alguna forma y el universo sea también el cuerpo, y viceversa. En todo caso, leer Así las cosas es entregarse al vaivén del dolor, que, cuando por fin parece que se ha ido, vuelve con más fuerza y “trae consigo el alarido que lo nombra”. Ese dolor, el de nuestra piel y nuestros órganos, es al mismo tiempo el de la ciudad, el país, el mundo en que vivimos. El mapa, de haberlo, nos conduce a la plenitud, pero también al vacío; al esplendor, pero también a la miseria: “no soy más fuerte ni más bueno / que el peor de los que soy”. El mapa, si sabemos leerlo, es este libro.
Luis Vicente de Aguinaga