Plomo
La filosa roca de la isla Juramento hizo las veces
de un cuchillo y el casco del Santamaría hizo las veces de un
pedazo de manteca. Si el Santamaría no se abrió en dos de proa
a popa fue porque la roca topó con los aceros de la imprenta a
mitad de su vientre y, eso sí, regó letras y tintas por las aguas
del río Maniguá como antes la conquista regó en esas mismas
aguas, a su manera, tripas y sangre.
Dicen que la historia se repite siempre, de una u otra forma.