Reseña

Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, en su libro titulado “La cuarta revolución industrial”, (Editorial Debate, Barcelona, 2016), señala que esta revolución comenzó a principios de este siglo y se basa en la revolución digital; asimismo, se caracteriza por un internet más ubicuo y móvil, por sensores más pequeños y potentes que son cada vez más baratos, y por la inteligencia artificial y el aprendizaje de la máquina.

Por su parte, en el 2019, la Catedrática de Derecho procesal en la Universidad de Valencia, Dra. Silvia Barona Vilar, publica el artículo titulado “Inteligencia artificial o la algoritmización de la vida y de la justicia: ¿Solución o problema?”, en donde resalto dos ideas que consideramos fundamentales. En primer lugar, que la esencia de la vida es estar en movimiento, cierto, y esa algoritmización vital que nos asiste en estos años forma parte del mismo; lo importante no es solo percibirlo, sino ser partícipe de esa vida digital, ser protagonista de ella, a sabiendas que regalamos datos, regalamos historia, regalamos intimidad y regalamos parte de nuestro yo, pero siempre con la conciencia que quizás esa proyección analítica de los datos permita fundamentalmente una mejor vida, una mejor sociedad y un mejor planeta.

En segundo lugar, el debate en torno al uso instrumental de los algoritmos y la inteligencia artificial, como “justicia-máquina perfecta” o machine learning en el mismo ejercicio de la función jurisdiccional, tanto como complemento de la decisión judicial –a través de la incorporación de criterios que favorecen mediante un sistema de algoritmos la decisión de los jueces– como respecto de la posibilidad de que sea la misma máquina que tome la decisión judicial. Son dos modalidades de aplicación de la inteligencia artificial al proceso; en el primer caso se emplearía el sistema de expertos y en el segundo la robotización judicial (máquina inteligente).