Filosofía y teología en san Alberto Magno
San Alberto Magno se ubica en la orden de predicadores, que
santo Domingo de Guzmán fundó para dar un lugar especial a
la santificación de la inteligencia. Quería frailes instruidos,
para que pudieran darse a la predicación, tanto en las clases de
las universidades como en las parroquias y las misiones.
Esa orden establecida por santo Domingo da, en verdad, cabida
a diversos temperamentos. Los misioneros, los pastores de almas
y los maestros, se ven todos unificados por la empresa común de
la predicación, por la difusión del Evangelio que se contempla.
Y hay cierta participación de todas estas modalidades en el fraile
predicador. Al menos eso puede percibirse en la personalidad
de san Alberto Magno.
La lectura de san Alberto deja dos impresiones encontradas. Por
un lado, asombra la cantidad de conocimientos que domina, la
profundidad que alcanza en algunos sectores del saber; por otro
lado, cautiva la gracia, el tono familiar con el que sabe expresar
la doctrina, el ambiente de espiritualidad que se nota aun en
sus obras puramente científicas. Bien mirados, ambos aspectos
se equilibran. Es curioso darse cuenta de que el verdadero hombre
de ciencia de nuestros días presenta características muy semejantes.
A veces de modo tácito, a veces a pesar suyo.