Reseña

Este Premio se lo dedicamos a estos compañeros que tan bien reflejan lo que somos como civilización. Contrariamente a lo que mucha gente cree, a los perros no les va tan bien en las sociedades actuales. Sufren mucho. Los abandonan, los maltratan, se los comen como alimento de consumo humano y antes de hacinarlos durante meses en jaulas, los convierten en engendros humanoides que visten zapatos y ridícula ropa térmica innecesaria.
La literatura y el periodismo tienen una robusta tradición de relatos sobre los perros. Es el animal del que más hemos escrito en la historia. En el periodismo mexicano tenemos los registros del francés Ernesto Masson, quien llegó a México en 1824. Fue el primero en defender a los perros de tanta crueldad que presenció en este país. Y antes que él, Francisco Zarco publicó en el Presente Amistoso “El perro del ciego”, un breve y conmovedor relato.
Historias sobre perros surgen todos los días y en todas partes. Esta colección de crónicas es un ejemplo del amor a la vida, compasión y la necesidad de contarnos a través de los perros. Ofrecemos un puñado de cronistas sólidos y atentos al llamado de la selva desde el aullido del animal que no es, ni por mucho y según nos enteramos aquí, el mejor amigo del hombre.
Como bien menciona Robert Louis Stevenson, los hombres, como los perros, observan una misteriosa y elaborada etiqueta. Su vínculo de afinidad es que ambos son hijos de la convención. De ahí que los perros, como la mayoría de los hombres, han sacrificado su verdadera existencia y se han convertido en víctimas de su ambición.