El cine y los toros, 1908
En México, el cinematógrafo fue al principio un espectáculo exclusivo
de gente adinerada, pero sus precios de entrada disminuyeron
de un peso en 1896, a 50 y 25 centavos en 1897 y 1898, y hasta 10 y
5 centavos en algunos jacalones de la capital de la república, en 1899.
Este abaratamiento lo volvió accesible a la clase media urbana y aun a
ciertos grupos de artesanos y obreros. Ello hizo posible que el cinematógrafo se fuera abriendo paso a costa de otros espectáculos entre ellos las corridas de toros en México.