Perturbar la piel
Sobrevivir en un búnker mientras el mundo crepita su fin al son de una irregular lluvia de pedazos de asteroide que aún orbitan la tierra, junto con los efectos colaterales de las explosiones atómicas necesarias para fragmentarlo puede resultar aburrido para casi todos en el colectivo Saer, excepto para Mawr, a quien su cuerpo prestado y mutilado, finalmente falla. Su nueva piel no es la cosa menos extravagante en ese planeta agonizante, inundado y con gran parte de la población mundial extinguida; ahora se enfatiza en su genitalidad, en su nombre legal, por eso elige el diminutivo Lexy, acaso como única estrategia de defensa. En esta novela, las injusticias, el hartazgo, las luchas internas y el deseo por conocerse son los detonantes para este recorrido de una orografía cada vez más compleja y que a más de un lector logrará perturbar la piel.