Fiscalidad y "milagro" porfirista
Crecimiento sin desarrollo
Después de los primeros años de su Independencia, los nuevos países que emergieron en el territorio del antiguo Imperio español buscaron adaptarse y ajustarse a las necesidades de la mundialización. Acogieron entonces un modelo de progreso, orientado hacia la exportación de materias primas a cambio de tecnología, capitales y artículos manufacturados provenientes de países ricos. En nombre de la “civilización” las élites latinoamericanas abrieron sus fronteras, favorecieron la modernización de las fuerzas productivas, establecieron una reglamentación favorable para la explotación de sus recursos naturales. Así, adaptaron el modelo de progreso a las condiciones culturales, políticas, sociales y étnicas de sus países y modificaron para siempre los paisajes propios.
En México, el porfirismo aporta una respuesta original y hasta ejemplar a ese desafío. En efecto, el periodo 1877-1911 cautiva a muchos historiadores, fascinados por la eficacia de ese régimen, que logró mantener un crecimiento económico y prolongar una estabilidad política que modernizó al país y cuyos resultados son aún visibles y deseables. Sin embargo, si la adaptación del modelo de progreso fue exitosa, la caída del régimen que lo promovió y los largos años de guerra civil y violencia sugieren profundas fallas. Una contradicción que nos invita a medir la originalidad y amplitud del éxito, y a descubrir los límites y fracturas de la vía escogida.