Ernst Jünger
La resistencia al presente
Jünger creía que había una fuerza común a las plantas, animales y cosas. Un carácter vegetativo, por ejemplo, conformando órganos: dentaduras que son molinos, mandíbulas que son palas de cavar. Una fuerza operativa de varias dimensiones o facetas que enlaza los cuernos de los escarabajos y las cornamentas de los gigantes de las praderas con las ramificaciones de los árboles, y que no se detiene en las formas. Así, la urdimbre de vidas y de fuerzas, cierra la distancia lógica entre
las cosas del mundo.
En este ensayo se intenta construir un plano para seguir esas facetas y mostrar que esa topografía no se limita a describir, narrar y representar los relieves de nuestro tiempo, que no se contenta con la cómoda negatividad o con la crítica de las falsas aplicaciones y deja intactos los núcleos donde los poderes y los saberes se corroboran a sí mismos, sino que hace una inflexión creativa para hacer de la literatura un acontecimiento vinculado a nuestra vida presente.
En las obras de Ernst Jünger hay toda una armazón literaria y filosófica que está conectada con varios de los problemas que configuran nuestro presente vital: la planetarización de la técnica, la creación de nuevos modos de existencia, las derivas biotecnológicas y los conflictos bio-éticos y ecológicos, el angostamiento del tiempo y la aceleración de las velocidades, los mecanismos de poder y las resistencias. Para Jünger, la resistencia (el emboscado, el anarca) es una asignatura ineludible para el escritor, y puede ser posible aun en un presente que la hace parecer como estrategia vana o impracticable. Su obra, entonces, es una señal de que el camino puede convertirse en meta a cada momento si al escribir se resiste.