Indicios de la presencia desierta
En su poema “El otro”, Javier Sicilia dice:
¿Quién puede retenerlo,
Conservar la presencia en los rasgos amados
Que regresa y se va para volver de nuevo
¿Como el aroma alado de la rosa?
¿Quién podría quedarse en ese tú del nosotros
Que otra vez se diluye en el terror impersonal del él,
Estos versos nos hacen presente que Sicilia, como los autores mayores, es siempre el mismo y otro. Cada nueva novela como cada nuevo poema es un ahondamiento que enriquece una experiencia poética unitaria. Basta leer un poema o una página de novela tomados al azar para darnos cuenta de inmediato que estamos en el territorio Sicilia. La otredad en la trinidad –yo, tú, él–, la comunidad que apela a la trascendencia, el misterio de la presencia desierta: el ser que se revela al velarse, el reflejo de lo oscuro o el deslumbramiento que brota de la oscuridad; el terror impersonal del él que se torna en esa caricia que nos calienta y reconforta en los rasgos amados que vuelven el él terrible en el Tú del diálogo que nos alimenta y sustenta… ¡Ese tú del nosotros! La presencia que regresa y se va para volver de nuevo, como el aroma alado de la rosa, es como el silencio del poeta que sucede a la palabra, la recuperación triunfante del verbo que se desvanece en el silencio anhelante. Palabra y silencio que dan sentido al tiempo vivido.