¿Sabrá el pájaro que el horizonte es utopía?
Maia nos presenta un viaje que atraviesa el siglo. La memoria de una abuela que, en pleno conflicto bélico, fue alumbrada bajo el signo de los aviones de combate, traída al mundo con premura y con la marca indeleble de la fuga. Las muy pequeñas precisiones de la historia familiar, los hermanos que no nacieron, los pájaros que desde dos generaciones atrás morían como símbolos de algún anhelo inalcanzado de paz, pájaros cuyo destino era volar, pues ser retenidos significaba perecer. Un viaje hasta los confines del mundo y por lo tanto un listado de lugares a los cuales es imposible volver. Un viaje por el bosque, camino hacia la muerte (y qué camino no lo es) que desemboca, finalmente, por donde empezó: en el poema. La única identidad es el poema, también el único lugar a donde volver. La utopía, por definición, no debe ser ningún lugar.