Danza de Moctezuma
Homenaje al arpista nahua Joselito Hernández (1932-2019)
La danza de Moctezuma es sin duda la obra emblemática que nos viene a la mente al hablar del talentoso Joselito, oriundo de Chililico, el barrio donde se trabaja el barro y las artesanías de madera, donde además se tuesta el cacao para el chocolate que se degusta en el Xantolo, en el municipio de Huejutla de Reyes, en la Huasteca Hidalguense.
Joselito, como se conocía a José Diego Antonio, fue una de esas personas fuera de serie, carismático, servicial, talentoso, catequista y maestro de la música. La pobreza y la ausencia de instrucción escolar no le impidieron desarrollar su talento como músico “arpista”. Desde su infancia, “Joselito” ya presumía sus dones de músico, pues acompañaba a los mayores en las veladas religiosas.
Como hablante de la lengua náhuatl, Joselito fue también aprovechado por la religión para transmitir los mensajes de la iglesia hacia nuestros compañeros indígenas. La vocación de servicio a la comunidad de Joselito lo llevó a ser solidario para acompañar a los grupos de diversas comunidades como arpista en las veladas religiosas y también a ser instructor de muchos jóvenes que intentaron seguir sus pasos.
Joselito ya no está aquí, pero nos dejó su música como un legado para compartirlo en la milpa y en los cafetales, con el canto de los Güiliquizos, las Cutatoxtas y los pishpishitos, mientras se afila el Güingaro y se corta un chamolo para chapolear la yerba, mientras se fuma un cigarro de hoja de tabaco para ahuyentar a los maguaquites, justo como lo hacía Joselito en sus jornadas campesinas. Honremos entonces a la memoria de Joselito escuchando su música en nuestras fiestas y hagamos que, con su presencia en la memoria de los huastecos, todos los días sean de fiesta y nos permitan gozar “La Danza de Moctezuma”.