El retrato de Dorian Gray
El 16 de octubre de 1854, en Dublín, Irlanda, en aquel tiempo perteneciente a Inglaterra, nació Oscar Wilde. El tiempo que vivió fue muy poco, sólo cuarenta años, sin embargo, su obra literaria es uno de los mayores referentes de la literatura occidental. Dramaturgia, poesía, cuento y novela
configuran el universo del escritor, en donde la filosofía esteticista ocupa gran importancia. A modo de contraste, esta filosofía logró contrariar los preceptos victorianos (1837-1901), condensados en una dura normativa moral y política.
Wilde investigó con fuerte admiración la literatura grecolatina e inglesa. Dictó varias conferencias en Europa y viajó a Estados Unidos con el mismo motivo, en donde comentó: "No tengo nada que declarar sino mi genio". De regreso a Inglaterra, trabajó como revisor para la Pall Mall Gazette y,
más adelante, se convirtió en el editor de Woman's World (Mundo femenino).
El arte, en tanto ocupación intelectual y literaria, lo acompañó en su vida pública y personal: "El arte es el individualismo, y el individualismo es fuerza una perturbadora y de desintegración. Ahí está su inmenso valor. Por lo que se busca alterar la monotonía del tipo, la esclavitud de la indumentaria, la tiranía de la costumbre y la reducción del hombre al nivel de una máquina". El retrato de Dorian Gray, su única novela, logra conjuntar reflexiones en torno al arte, la vida, la belleza y la libertad de
expresión, además de integrar tópicos literarios como la idea del doble, la decadencia y el exotismo. Ahora, editada por la Biblioteca del Universitario, esta obra medular continúa revelando los intersticios de una época claroscura, puesta al alcance de todos los lectores.