Reseña

En una tarde de bochorno, un grupo de amigos un poco bohemios tiene la ocurrencia de jugar un juego en apariencia inocente, sólo para salir de un tedio que creen pasajero. Toman varios libros al azar de una pequeña biblioteca casera, se sientan formando un círculo en torno de los libros apilados que uno de ellos va a manipular, formulan preguntas en voz alta hacia la pila de libros como si ésta fuera un nuevo oráculo y de ahí brotaran significaciones inéditas sobre su pasado y su futuro. Creyendo que la vida es juego, se reúnen en bares hípster de moda lo mismo que en las más innobles cantinas del centro de la ciudad. Alonso Jan Oqui, burócrata corrupto; Joey Mesalina, gastrónoma que busca a Eros en la preparación de sus platillos; Ranya, la mística new age, confundida en el extravío de sus delirios; Aquiles Buendía, seductor de alumnas incautas con su discurso hiperbólico de maestro de literatura.
La pila de libros tiende a fetichizarse, a ser tomada como un ente con vida y decisión propias, y el juego se ritualiza a medida en que más se juega, en la medida en que se recurre mas a él como una fuente de la que brotan las palabras libres de su entonación habitual y parecen remitir a cada quien en su intimidad. Las palabras no sólo dicen cosas, sino que revelan secretos que todos creían escondidos. El juego se convierte en algo indispensable: de repente nadie puede dar un paso sin pensar en lo que han respondido los Libros y, sobre todo, en la interpretación que cada integrante del Club ha hecho de estas respuestas.
El Juego es azar, es adivinación, es un abanico abierto de interpretaciones, ahora tomado como verdad última. Piedra de toque de la vida. Y no obstante, cuando se hubiera creído que el Juego así concebido era una presencia absoluta e incuestionable, de pronto pierde fuerza, se torna aburrido, sentencioso en exceso. Nace una nueva intención de jugar algún otro juego más flexible, menos solemne. Un nuevo tedio es anuncio de que un ciclo se ha cumplido y los miembros del Club buscarán ahora la palabra perdida en el sexo salvaje, en borracheras escandalosas, entre las líneas de una recitación fácil de novelas o en la experiencia inocua de un budismo light.