Luna líquida
Te imagino del otro lado de mi teclado, es el futuro y te encuentras en un lugar muy distante de mí mientras escribo estas últimas palabras, que serán las primeras que leas. Como hago ahora, te acompañas con una taza de té y, como sucede aquí durante esta noche de mayo, en tu ciudad también llueve y el repiquetear de las gotas musicaliza tu presente. Comparto este fragmento de intimidad porque ahora tú tienes entre tus manos uno de mis sueños manifestado, y para mí ese hecho nos hace amigos —quizá cómplices— en cierto grado.
En las páginas siguientes hay nueve cuentos, muy distintos entre sí y definitivamente inconexos. Algunos se originaron en escenas que vi o en anécdotas que me contaron, otros tan sólo vinieron a mí durante afortunados momentos de manía de querer contar algo. El único relato que se parece a una historia que ocurrió en la vida real es “El Equipaje de la Señora Abarnau”. Me atrevo a decir que en mi paleta de colores mezclé un poco de magia, prejuicios, dilemas, soledad y sosiego, amor y desasosiego, y definitivamente tonos de poesía.
Me propongo que cada historia se proyecte como una película, que te emociones, que sientas y te sientas con la libertad de ponerte en el lugar de espectador o en el de algún personaje, que la curiosidad sea constante y te guíe por cada página, que encuentres fascinación, contradicciones, emociones, compañía y soledad, que te enamores. En algún lugar del mapa te han encontrado estas historias, te invito a sumergirte en ellas, o a elevarte tan alto como sólo puede hacer quien tiene entre sus manos una luna líquida.