Casi sin rozar el mundo
y otras piezas teatrales
Recuerdo a Efrén Hernández el escritor, estudioso, intelectual, y no por ello menos sensible, que se pasaba las noches sentado ante la máquina de escribir, buscando las palabras que formarían un poema o en espera de las ideas que se convertirían en una novela (…) Desde su primera juventud, mi padre trabajó en muchos y muy diversos lugares, pero su única y verdadera vocación era escribir (…) No le preocuparon demasiado las estrecheces económicas por las que atravesamos, pues no le daba mucha importancia a los bienes materiales; permaneció maravillado por este milagro que es la vida, la amaba profundamente y veía la muerte como una parte de ella, igualmente hermosa y ética (…) Su sentido del humor y su optimismo lo acompañaron aun en los momentos más dolorosos…
Valentina Hernández