El último hombre blanco
Una mañana, un hombre se levanta para descubrir que se ha transformado. Durante la noche, la piel de Anders se ha vuelto oscura, y la imagen que le devuelve el espejo es la de un extraño. Al principio, solo comparte su secreto con Oona, una vieja amiga que acaba de convertirse en su amante. Pronto empiezan a conocerse más casos de sucesos similares. Por todas partes, la gente se despierta convertida en nuevas personas, sin saber cómo sus familiares, amigos y vecinos van a recibirlos. Algunos ven estas transformaciones como un vuelco del poder establecido, al que deben oponer resistencia. Muchos otros, como el padre de Anders y la madre de Oona, se debaten entre un sentimiento de pérdida e inquietud y otro de profundo amor. Del mismo modo en que el vínculo entre Anders y Oona se fortalece, el cambio adquiere una nueva tonalidad: la posibilidad de una especie de renacimiento; una oportunidad para vernos a nosotros mismos, cara a cara, bajo una nueva luz.
En la prosa lírica y urgente de Mohsin Hamid, El último hombre blanco eleva poderosamente nuestra capacidad de empatía y la transcendencia sobre los prejuicios, el miedo y la ira que esta puede adquirir.