Reseña

El Jardín de Moneta, de la poeta Araceli Amador (Ciudad de México), es un libro asombroso por sus textos mágicos y atemporales; poemas en donde la tragedia de la muerte se agazapa en una especie de regocijo; de esta manera no se trata de una crónica del tiempo histórico, sino de una deriva de la memoria desde la voz de fabulosas diosas; de esta forma aparece Moneta, Septriona, Meridiana, Oriana, todas produciendo un canto sublime sobre sus deseos, anhelos y experiencias; así como nos regalan una serie de alquimias para crear mundos inusitados que son nuestros propios mundos, quizá olvidados por la tragedia de la razón; cada poema es en sí mismo un rito y un mito, cumpliendo la poesía su función de madre del tiempo no-histórico: como tiempo legítimo y verdadero por su tono honesto. En su conjunto las historias del libro constituyen un mundo como tributo a la divinidad femenina; por momentos, la narrativa poética sustanciada en sol y agua, recuerdan las alegorías surrealistas de Leonora Carrington o Remedios Varo, sobre todo por esa alquimia que crea mundos visuales que se representan desde una lógica arbórea, no terrenal, casi liminal al cielo, la lluvia y las lágrimas. El Jardín de Moneta es un libro de poesía que va de la auto revelación a la máxima revelación que es la creación; se trata de textos en donde la narrativa poética se enraíza en insospechadas curvaturas del lenguaje, a la vez que se decanta en textos de una sutil y brillante delicadeza; por cierto, es un libro de revelaciones profundas, planteadas con la ingenuidad de las garzas: libro amoroso por su calor y erotismo cifrado en una serie de historias tendidas en el aire de las palabras, como extraños sueños de alabastro. Yo diría que se trata de un libro que funciona como un talismán, es decir, su lectura nos dota de una serie de cartas de navegación que nos pueden aliviar o enfermar al mismo tiempo por su pesada carga de “manzanas con canela”. Sin lugar a dudas, este libro se colocará en la vanguardia de la nueva poesía mexicana, como un talismán fabricado por las musas de la memoria.