Reseña

Mientras los países del Tercer Mundo luchaban en el siglo XX por recibir ayuda económica de las dos potencias hegemónicas, América Latina se debatía en medio de la esquizofrenia anticomunista, emanada de la Guerra Fría entre las mismas potencias mundiales y nada pudo hacer contra la persistente presencia del racismo, del apartheid y de la exclusión.
Las revoluciones de Cuba y Nicaragua repercutieron en Estados Unidos, que prefirió reconstruir Europa mediante el Plan Marshall, al tiempo que esa esquizofrenia colectiva frustraba la Alianza para el Progreso. Para mantener el control del continente latinoamericano, Estados Unidos recurrió al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, que establecía protocolos para usar la fuerza militar contra los numerosos movimientos de Liberación Nacional.
La gran desigualdad social es históricamente endémica en Latinoamérica, cuya democracia virtual llevó a sus pueblos a luchar contra dictaduras, juntas militares y corrupción política convertida en partidocracia. En México la revolución maderista fue frustrada por la conjura de los militares porfiristas y el embajador Lane Wilson de Estados Unidos, que desembocó en una sangrienta guerra civil entre los mismos caudillos que habían repudiado al traidor Victoriano Huerta.
La guerra civil terminó después de que los caudillos fueron asesinados. Elías Calles se convirtió en “jefe máximo” y fundó el PNR como partido único, del que surgiría sin cesar el Número Uno, encargado de proteger la clantogarquía surgida bajo ese partido (PNR+PRM+PRI). Al llegar a la presidencia, el general Lázaro Cárdenas dio fin al Maximato, promovió la cultura autóctona y nacionalizó los bienes de las petroleras extranjeras.
El sucesor Ávila Camacho se alió con los conservadores mexicanos e inició el tapadismo para que el Número Uno en turno designara a su sustituto, lo que ocurrió cada seis años, hasta que en el año 2000 el nuevo jefe máximo dejó la Presidencia a un conservador inculto que pretendía representar un cambio que nunca sucedió y sí permitió que mediante una elección fraudulenta, su sucesor fuera otro conservador hambriento de poder y sanguinario.