Un relámpago bermejo
El Limbo de Dante en el Teatro Degollado
El Teatro Degollado forma parte de los tres
monumentos emblemáticos del imaginario de
Guadalajara. Al lado de la Catedral y del Hospicio
Cabañas, este foro escénico de estilo neoclásico
ha dado identidad y prosapia a la capital de Jalisco.
Desde su inauguración, el 13 de septiembre de 1866,
ha recibido el elogio de por propios y extraños —de
Manuel Gutiérrez Nájera a Agustín Yáñez y Eduardo
Lizalde, por ejemplo—, espacio por excelencia de las
galas del teatro, la ópera, la danza y la literatura.
El edificio conserva en su interior, en la bóveda
de su sala, un tesoro cultural que merece ser algo
más que “el secreto mejor guardado”. Esa joya del
siglo xix es el mural al óleo que el mismo arquitecto
constructor del coliseo, Jacobo Gálvez, pintó con la
colaboración de Gerardo Suárez y Carlos Villaseñor.
Se trata de una recreación a gran escala del canto IV
del Infierno de La Divina Comedia de Dante Alighieri.
En todo el continente americano no existe un
homenaje de tal importancia y belleza en torno a la
obra fundacional de la literatura moderna. Las páginas
de Un relámpago bermejo. El Limbo de Dante en el
Teatro Degollado proponen una lectura histórica de la
obra de arte de Gálvez y compañía en contrapunto con
los versos del florentino del canto referido. Por eso
mismo, se incorpora al índice la traducción realizada
ex profeso por el autor del libro con el texto original en
toscano.