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ISBN 978-607-8757-73-2

Padrón Parroquial de Xalostotitlan 1770

Autor:Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio
Editorial:Gutiérrez Ramírez, Alfredo
Materia:Historia de Mesoamérica (América Media) México
Público objetivo:Profesional / académico
Publicado:2023-01-13
Número de edición:1
Número de páginas:397
Tamaño:14x21.5cm.
Precio:$250
Encuadernación:Tapa blanda o rústica
Soporte:Impreso
Idioma:Español

Reseña

La sociedad alteña, para 1770, estaba suficientemente estructurada,
aun cuando continuaba conformada de asentamientos escasamente
ordenados y poco comunicados. La cría de ganado y la agricultura la
eran la pauta de subsistencia. los giros más explotados, a lo que los
grandes y pequeños terratenientes dedicaban sus extensiones de tierra
para cubrir la demanda local y de algunos reales de minas circunvecinos.
Se habían conformado algunos latifundios o haciendas, pero el rancho
era la institución que más giraba y en él se sustentaba su economía.
Cuando se levantó el presente padrón, gobernaba España
Carlos III y era virrey de Nueva España Carlos Francisco de Croix,
marqués de Croix, que cargó con el destierro de los jesuitas. Gobernaba
la Nueva Galicia en general Francisco Galindo y Quiñones, fiel ejecutor
de las órdenes reales y que había formado los primeros cuerpos de
milicias formales con enganches y levas forzosas; pero que descuidaba
la observancia de las leyes referentes a los indios. El obispado que se
extendía hasta las Californias, Texas y Nuevo México, lo ocupaba D.
Diego Rodríguez de Rivas y Velasco.
El padrón se levanta en el último año del episcopado de D.
Diego Rodríguez de Rivas, cumple el objetivo de poder conocer la
población parroquial. El Concilio de Trento (1545-1563) impuso a los
obispos la obligación de vivir en sus diócesis y visitarlas al menos una
vez; éstas involucraban todo el entorno eclesial: culto, decoro de los
templos, administración de los beneficios, testamentos, capellanías,
vida y costumbres del clero y feligresía. Por eso, los padrones se
convirtieron en parte esencial para que el obispo pudiera formarse un
criterio del estado de las parroquias; por eso las exigencias a los curas
y encargados de doctrinas.

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