Malleus maleficarum
En medio de los desastres del mundo secular que está en colapso, lo cual vemos en varios lugares, el antiguo sol creciente, el Diablo, corrompido por el inevitable daño infligido por su caída, desde el principio no ha cesado de contaminar la Iglesia con el veneno de varias herejías. Aunque el nuevo sol creciente, Jesucristo, la ha vuelto fructífera mediante el derramamiento de su sangre, aquél ataca por medio de estas herejías particularmente cuando cae la noche del mundo y la malicia del hombre acrecienta, pues para su considerable disgusto, sabe que le queda poco tiempo, como lo atestigua Juan en el Apocalipsis. Por eso ha suscitado el crecimiento de una inusual perversidad herética en la tierra del Señor, una herejía de brujas, designada así por el género sobre el que se sabe que tiene poder.
Claramente concebir esto es intimidante, sumamente despreciable para Dios y aborrecible para todos los creyentes en Cristo, pues a partir del acuerdo que tienen con el infierno y la muerte, las brujas se someten a la esclavitud más infame a cambio de satisfacer su inmunda depravación. Esta herejía también trae desgracias diarias para los humanos, los animales domésticos y los frutos de la tierra con el permiso de Dios y con la colaboración de los demonios.