Gente que nada boca arriba
De su reciente novela, El asesinato de Robert Barlow (2021), Verónica Evers ha dado un salto para ofrecernos un conjunto de once cuentos por los que transita una sed de acontecimiento. Los personajes de Gente que nada boca arriba pagan por experimentar el horror, el suspenso y la calma, y en todos brota la necesidad de explorar el sabor a misterio que llena los tiempos de ocio. Desde este novedoso foco, la autora inicia desplegando dispositivos sensoriales –rock alternativo, adicciones–, que tuvieron prolongada influencia en una selecta clase de la juventud mexicana. A la vez, Verónica Evers nos aproxima a escenarios marginales –burdeles, azoteas, casas abandonadas, desiertos, playas vacías–, para vincularnos con el extrañamiento en diversas formas de fuga, más recientes, y que solo pueden consumir los jubilados, nacionales o extranjeros, y empresarios. De manera que este libro nos transporta, ágil e incisivamente, por una lectura cómplice y crítica de un fenómeno social que abarca medio siglo. Un guiño en la construcción de linderos, en virtud de sus voces narrativas, que arrojan sin miramiento a otras formas de lo neofantástico.