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Reseña


Diversos sectores de la población coinciden en admitir que el mundo contemporáneo atraviesa por diferentes tipos de crisis: política, enonómica, social, valoral, educativa y ambiental, entre otras; lo cual sin duda, se ha visto agudizado por la pandemia ocasionada por Covid-19.
En particular, somos testigos del grave deterioro del medio ambiente y los problemas que de este se derivan. Al respecto, diversas iniciativas a nivel internacional como la Agenda 2030, ponen al descubierto la preocupación por orientar esfuerzos compartidos hacia la generación de condiciones para un desarrollo sostenible, así como una cultura para la inclusión, la equidad y la paz.
Al ser conscientes de que somos habitantes de un único planeta y poseedores de cultura propia, debemos priorizar el bien común, mejorar la calidad de vida y del medio ambiente, su protección y conservación. Bajo tales preceptos, debe promoverse la atención a los problemas ambientales; será imprescindible impulsar la investigación científica que fortalezca el sentido crítico y la toma de decisiones; así mismo reflexionar sobre las implicaciones sociales y culturales en torno a diversos ámbitos, como el consumo, la biodiversidad, el uso inadecuado de los recursos naturales, entre otros; con el propósito de encontrar posibles soluciones frente a la crisis ambiental y con miras a generar una concientización planetaria, tendiente a la transformación de hábitos, costumbres, valores y prácticas comunes.
De igual manera, resulta urgente examinar las formas habituales de interpretar el mundo y nuestras realidades. Los paradigmas predominantes en el mundo posmoderno requieren un replanteamiento profundo, a fin de re-conducir la tarea científica hacia la producción del conocimiento para el bien común y la búsqueda de alternativas viables para atender las necesidades colectivas apremiantes, lo cual demanda la participación activa y consciente de las diversos grupos y actores sociales; e indudablemente, del sector académico y empresarial.
Las organizaciones -sea cual sea su orientación y naturaleza-, juegan un papel fundamental en este contexto político y socio-ambiental incierto y, por demás, complejo. Por ello diferentes modelos de gestión han adoptado una política de responsabilidad social como eje transversal, lo cual incide en la comprensión de que todos nuestros actos tienen impactos sistémicos en la sociedad y el medio ambiente, a fin de contrarrestar los efectos potencialmente negativos de tales actos. Ser humanitaria y socialmente responsable, significa conducir las actividades de una persona u organización bajo principios éticos, democráticos, inclusivos y equitativos, a fin de generar una conciencia colectiva que permita adoptar un estilo de vida saludable para la sociedad y el entorno, garantizando la preservación del medio ambiente para las generaciones actuales y futuras.
En este escenario, el conocimiento -concebido como un bien intangible-, ha adquirido un valor preciado en la sociedad; no obstante, desde la reflexión filosófica se insiste en la necesidad de superar cualquier visión utilitaria sobre este, a fin de dar un sentido más responsable y humano a la actividad científica (Comins y París, 2012). De esta manera, la ciencia -como acto humano y para humanos-, se posiciona como el mejor camino para producir y potenciar el conocimiento, mismo que debe orientarse prioritariamente hacia el desarrollo y el bienestar social.
Al respecto, cada vez son más las comunidades académicas que se suman a la producción de conocimiento responsable, y el libro El mundo organizacional. Algunas perspectivas de análisis, resulta un claro ejemplo de ello. A lo largo de los capítulos que lo conforman, es fácil advertir la postura socialmente responsable, innovadora y comprometida de sus autores y autoras.
Caracterizado por una interesante variedad temática y metodológica para apropiarse y generar conocimiento en torno a las organizaciones, es posible identificar claramente tres ejes transversales: a) el tratamiento socialmente responsable del contenido y el conocimiento generado; b) la fundamentación ética y humanista de cada uno de los temas; c) la relevancia del conocimiento generado y expresado en cada uno de los capítulos, la cual radica fundamentalmente en su alto grado de utilidad en benficio colectivo. Al mismo tiempo, llama la atención la sensibilidad con la cual son relacionados temas tradicionalmente objetivos, como: las organizaciones, la gestión, la innovación, la producción, la economía, la tecnología -entre otros-; con otros de carácter más subjetivo y humanitario, como la sustentabilidad, la justicia laboral y las necesidades de sectores sociales altamente vulnerables.
A partir de las características comunes señaladas y con un lenguaje accesible para los poco expertos en el contenido, se desprende una lista de ocho capítulos que bien prodrían clasificarse en dos tipos de aportaciones: resultados de investigación y ensayos.
Se incluyen cinco textos que abordan temas como la agricultura orgánica en las comunidades rurales, específicamente en la región totonaca del estado de Veracruz; la economía del conocimiento y la propiedad industrial; el caso de una empresa agroecológica familiar en la región de los Tuxtlas; la importancia de hacer visible la injusticia laboral por la que atraviesan los trabajadores mexicanos sujetos a contratos laborales temporales; y la innovación incremental como característica del libre mercado.
Entre los capítulos tipo ensayo, es posible identificar diversos estilos de texto que van desde documentos reflexivos y ampliamente documentados, hasta aquellos de naturaleza persuasiva e informativa, conservando todos el carácter académico que los distingue. Al igual que los resultados de investigación, la generación de conocimiento fundamentado, teórico y reflexivo resulta de amplio valor, principalmente cuando mantienen los ejes sociales y éticos mencionados antes. En este grupo de aportaciones se encuentra un análisis de sumo interés sobre bonos sustentables; una propuesta sobre organizaciones inteligentes y comunicación estratégica contextualizada en el marco de la pandemia por Covid-19; un análisis que coloca a la calidad organizacional como un medio y no una meta en sí misma; y una interesante experiencia exitosa alrededor del Centro Génesis, un laboratorio vivo y -al mismo tiempo- espacio educativo, localizado en Río de Janeiro-Brasil, que bien puede replicarse en otros contextos.
Como valor adicional de la obra que aquí se presenta, no puedo ignorar el equilibro local-global que relfeja. En el marco de la inminente ciudadanía mundial, la inclusión de una experiencia extranjera rompe barreras políticas y geográficas, recordándonos la conexión e interdependencia entre las sociedades contemporáneas. Por otra parte, la mirada local dirige nuestra atención hacia zonas vulnerables tradicionalmente olvidadas en nuestro país, particularmente en el diverso estado de Veracruz.
Indudablemente el esfuerzo colaborativo tanto de los autores y autoras, como de los coordinadores de esta obra, se encuentra reflejado en las páginas del libro, dando como resultado un producto original con alto grado de actualidad y vigencia; mismo que con serguridad, será un referente para estudiantes, investigadores, organizaciones y sociedad en su conjunto.

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