Fábrica de chocolates
Novela urbana, titulada Fábrica de chocolates. El autor es Juan Mendoza, un retratista mexicano de la expresión juvenil de su ciudad de México.
La vida de un aspirante a escritor que anhela publicar su primera novela puede ser, además de un suplicio, una aventura digna de ser vivida a través de la lectura. El personaje central de Fábrica de chocolates se vale de la derrota literaria y social para inventarse una salvación. En Moho no nos importa gran cosa la vida del escritor, tampoco sus pasatiempos o sus obsesiones personales, ni mucho menos que sea una persona honesta a la hora de escribir sus memorias. Lo que nos interesa y resulta necesario es que la novela sea un hecho cínico en esencia, vital y no sólo una pieza más que añadir al enorme deshuesadero en que se ha convertido la literatura actual. El empleado de una fábrica de chocolates es a la vez el editor en jefe de una revista de contracultura, borracho, lascivo y tímido. Juan Mendoza nos propone así a un personaje emergido de los albañales de esta ciudad que, sin embargo, no parece estar muy distante del ser humano rencoroso, explotado y desconfiado que vemos pulular en nuestras calles. Su voz es heredera de una circunstancia social y urbana, de una maligna inocencia y de un deseo que parece incapaz de cumplirse: ser escritor.
Nuestro héroe habita, como tanto holgazán, todavía en casa de sus padres, se emborracha con cerveza, cubas y demás bebidas propias del descalabro. Su sentido del humor es tan real y mundano que, de inmediato, el lector se siente ocupando una de las sillas de su mesa. No existe evidencia de que la novela que ahora publicamos posea ansias de celebridad y reconocimiento. Es una especie de testimonio agudo y fundamental de la expresión juvenil mexicana. También es el relato de una soledad a la que el personaje se halla condenado debido a su circunstancia social. Una novela real, genuina y sin pretensiones.