Las culturas de la argumentación
Una tradición de pensamiento nómada
Se argumenta para responder un desacuerdo; otras respuestas son el desdén o formas ya explícitas de violencia. Pero ¿cómo se construyen las prácticas de argumentar? Como comunicaciones entre dos o más animales humanos, o cuando un animal humano se desdobla y conversa consigo mismo. Sin embargo, estas prácticas no se encuentran aisladas. Si tales prácticas son abarcadoras y, por satisfacer necesidades importantes de los animales humanos se vuelven prominentes en una sociedad, no pocas veces construyen culturas. A su vez, éstas respaldan y hasta esbozan formas de vida. Por eso, respecto de las prácticas de argumentar este libro explora una conjetura: pensar su concertar con felicidad prácticas de diversos tipos, su distribuir materiales y recursos y coordinarlos, como culturas de la argumentación. Previsiblemente, tales culturas son la opción difícil, pero efectiva y duradera a las diversas formas de violencia.