Reseña

«Quizá valga la pena advertir que lo que sigue es un ejercicio extraño: no sé si por aberrante, por monstruoso, por mal logrado, por paradójico», escribe la autora al comienzo del texto. Después de ser invitada a participar en el coloquio «Monstruos, Mutantes y Quimeras. Reinvenciones del Mundo desde la ciencia ficción a 200 años de Frankenstein» ⎯un homenaje a Mary Shelley y su criatura⎯, celebrado en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM en 2017, y reflexionar sobre las posibilidades de encuentro entre sus propias líneas de investigación ⎯como los estudios visuales⎯ y la temática del coloquio, surgieron los tres elementos que conforman el primero de los títulos de este texto: la búsqueda de Ricitos de Oro, la fragmentación propuesta por Mary Shelley y las visualidades cuir. Sin embargo, al toparse con el trabajo de la artista mexicana conocida como Rurru Mipanochia y sus representaciones de Coyolxauhqui, aparece la pregunta que ahora interesa a la autora, la cual completa y desplaza el sentido de la primera parte del texto, y que conforma el segundo título: ¿y si Frankenstein fuese mexicana?