Santuario de palabras y otros cuentos
Dice Fernando Pessoa que la infancia es la sangre de la existencia, que la poesía y la infancia son sinónimos. Podríamos agregar que la infancia es la sangre de este libro, porque al igual que Elena Baeza, la mayoría de los cuentos de esta antología beben de la memoria y los recuerdos de la niñez. Las palabras de estos relatos vienen de la resolana en los patios de juego y las caminatas en el campo buscando tesoros; se alimentan del temblor y el miedo que producen las sombras de un quinqué durante las leyendas nocturnas de una abuela con mucha imaginación; se originan en el nerviosismo y la culpa, en el sabor clandestino de un dulce robado. Son palabras inesperadas como un caldito de pollo entre semana; voces que tienen aroma a café y a manzana, y tan frescas como una coquita de vidrio enterrada en la arena; voces sabias que se balancean en una mecedora o que alivian el dolor de una niña con una piedra mágica.