Reseña

Durante el tiempo que estuve recopilando los poemas para este libro, mi esposa sorprendió a nuestra familia comprando una alberca. Vino en una caja enorme con un grueso manual de instrucciones para armarla; entonces reconocí que se iba a convertir en un proyecto que me robaría tiempo para la poesía. Sin embargo, acepté el reto y los días que pasé trabajando bajo el sol ardiente de Arizona, fueron por fin recompensados con la alegría de poder chapotear en mi propio cuerpo de agua.

El agua de la alberca es como otro universo en el que no nos afecta la gravedad. Nadar bajo el agua es como volar. Los pies no son para pisar tierra firme, sino para propulsar el cuerpo a través del líquido, explorando y dominando el espacio entre el fondo y la superficie. Es realmente como en los sueños de niño, cuando el movimiento de los brazos me alzaba sobre los árboles y los techos del barrio; pero volar bajo el agua es una sensación real y no una fantasía. Estamos hechos de agua y no de aire. Sumergirnos en el agua es unirnos con el mismo elemento del que estamos compuestos.

Por coincidencia, este regalo húmedo me llegó al mismo tiempo en que revisaba tantos poemas que tratan del agua. Es una sustancia con la capacidad de transformar. El agua limpia, pero también “ensucia”; es decir: el agua nos purifica, pero cuando nos mojamos debemos ir a casa a cambiarnos. El agua da vida a los lugares desérticos y a la vez puede matar cuando se inundan. Escribir poemas sobre el agua es como escribir sobre todos los temas, porque el agua nos da alegría y temor, entidad y soledad, esperanza y desesperación. No podemos darle la espalda porque de agua estamos hechos y existe hasta en los vapores del aire que respiramos.

Les invito a leer y disfrutar los poemas de este libro. El agua está presente en cada poema, o por lo menos, el poema nos hace recordarla. El cabello largo simula un río ondulado por la espalda y el humo nos hace pensar en la falta de agua para extinguir el fuego. El amor se parece al agua, porque igual nos metemos en ella de un clavado, cayendo a lo más profundo de nosotros mismos.