Reseña

Las perlas de la abuela materna, herencia cargada de deseos y expectativas sembradas por generaciones, sobreviven en un cajón, ajenas a las clavículas de la nieta que debería portarlas con orgullo. A lo largo de sus versos, La espera y la memoria se pregunta: ¿debería? Este es un libro que cuestiona, desde la intimidad y los roles socialmente aceptados del concepto de “familia”. En sus páginas habitan un abuelo que hace las veces de padre en las celebraciones escolares; las tías, un racimo de madres; mamá que es cuidadora de hermanas pero también de su hija, mujer proveedora; papá que es sinónimo de oquedad, silencio en las venas. Así, en medio de una constelación de figuras dolientes, se encuentra la voz de una hija de apellidos insondables, quien coexiste con los fantasmas de los parientes difuntos, de las expresiones de cariño que no se enuncian.
Con la brutalidad de la palabra que apunta a la herida con el dedo, la poesía de Adriana Dorantes desenmascara las ausencias y los secretos familiares, el mutismo autoimpuesto y el heredado, para revelar ya no su luz, la verdad que encubren, sino para asirse, aunque sea por un instante, de sus jirones.