De a poco la mirada se queda vacía
En un país donde la mirada de aquellos que alzan la voz se desangra frente al espejo, libros como de a poco la mirada se queda vacía, de Alfredo Castro, resultan humanamente necesarios. Nombrar la pesadilla y señalar todas sus aristas es la forma que tiene el poeta para nombrar la realidad que dejamos escapar por miedo, conveniencia y algo de cobardía. Alfredo les hace cara, se planta, les da la vuelta, apunta desde diversas perspectivas el miedo que nos atañe y lo vuelve cercano sin sentencias totalitarias, sin panfletos, sin línea editorial, sin moralejas molestas y sin los prejuicios que muchas veces invaden las noticias de un país que se empeña por situar todo suceso en algo tan sencillo y reduccionista como un problema entre buenos y malos, entre el blanco y el negro. La escala de grises que Alfredo Castro ofrece es la ceniza con la se dibujan, en realidad, los días de México y el mundo. En este libro escucharemos los tambores de la guerra y su tragedia como un latir constante en el cuerpo del presente, en el alma de un futuro que tal vez nunca será. Un poemario en donde la mirada se va quedando vacía, pero que nos ha dejado un corazón en la palma de las manos, una nueva mirada entre todas las miradas de la tierra. [Arturo Loera]