Reseña

Éste manual está dirigido a la ciudadanía, quien no debe seguir esperando y delegando las decisiones públicas a los representantes, sino ser el motor principal hacia una nueva caracterización de ciudadano y de país. Lo más urgente e importante es transitar de un ciudadano débil, molesto, indolente, expectante, a uno de mayor actividad e intensidad. A fin de alcanzar la democracia directa, tanto en la sociedad como en las instituciones públicas. Este libro está pensado para servir de guía a la población en general y como herramienta para actualizar el nuevo rol que debe jugar el ciudadano en la sociedad, en la política, en la economía.
Pretende ésta obra llegar a los maestros de todo el país, de diversos niveles, quienes tienen la importante tarea de impulsar un nuevo paradigma de educación a que muchos mexicanos aspiramos, si queremos ser un país con desarrollo humano.
Esta obra es un llamado firme a la clase política para cambiar la forma en que se ha tratado al actor colectivo principal, la ciudadanía. Al ciudadano los políticos tradicionales lo buscan para utilizarlo tanto en lo electoral, económico y social, en gran medida lo logran. Aunque nunca acepten que lo quieren obediente, adoctrinado, manipulable y pasivo, pero así es. Entre más excluido y lejos de lo público, mejor. Sabemos y vivimos a diario que los ciudadanos son poco escuchados, no tienen poder, ni influencia en las decisiones públicas importantes, tampoco sobre los funcionarios públicos, raramente encuentran respuestas de él, excepcionalmente soluciones a sus problemas. El poder sigue siendo visto como un ejercicio de dominio legítimo sobre él.
Al mismo tiempo es una exposición dogmática y orgánica del discurso
constitucional respecto al ciudadano; y una crítica a ese discurso. Desde el aspecto político, es una revisión a las desgatadas figuras legales y mecanismos “democráticos”, tales como la representación, la participación, las encuestas, que han excluido a los ciudadanos de las importantes decisiones públicas. Señala la gran oportunidad de pasar de la transición a la consolidación democrática, a fin de reeditar y diseñar un nuevo sistema democrático, no sólo desde el gobierno, los partidos políticos, o desde los sectores económicos hegemónicos, sino desde la base de la sociedad, el pueblo. Coloca y replantea el aspecto ético, a fin
de superar la concepción tradicional idealista, materializándola.
Expresa éste manual la necesidad de ponderar la formación ciudadana
como mecanismo de acceso al ejercicio de la política; es un rubro que ya no puede esperar más, sin mejores ciudadanos, no tendremos mejores
gobernantes, ni mejor país. Las políticas públicas o las hace el pueblo o no son públicas. Enfrentamos varios problemas ciudadanos, como el
desconocimiento del sistema cívico-político, del sistema electoral, del sistema económico y de las formas de organización social.
Si bien es cierto ha sido desplazado un sistema autoritario y antidemocrático y tenemos un gobierno de transicion democrática y
progresista, pero aún la ciudadanía no tiene el poder.
Serán los ciudadanos, el pueblo mismo, quienes enfrenten la escandalosa corrupción, quienes tendrán que hacerse cargo y hacer algo al respecto para bajar los niveles de tranza, maña, moche, agandalle, simulación, diezmo, entre otros grandes problemas nacionales, como la pobreza. Nuestra realidad social está interpelada además de la escandalosa desigualdad y violencia por el virus que deja al descubierto la vulnerabilidad en que vivimos y nos hace un llamado urgente de que algo o mucho de lo que hacemos, no lo estamos haciendo bien, como sociedad. Esto nos lleva a asumir una nueva actitud como ciudadanía,
responder ante las grandes eventualidades de manera orgánica.
Decir que éste trabajo responde a cuestionamientos y temas como; ¿Qué
es ser ciudadano?, ¿Votar para qué?, ¿Es realmente democrático nuestro
sistema político-electoral? ¿Qué debe conocer del sistema político, el
ciudadano?, ¿Son eficientes y efectivos los poderes públicos?, ¿Los poderes públicos, se deben al pueblo?, ¿Por qué el pueblo tiene que asumir un nuevo rol? ¿Son los partidos políticos espacios democráticos para los ciudadanos? ¿Son las encuestas mecanismos democráticos? entre otras interrogantes.