Otras lunas
«En sus sueños, Naidín y su abuela
resultaban ser una misma. Se
comunicaban a través del recetario: de
ella aprendió que la cebolla despoja el
alma de sus penas, que los dones y
deseos más profundos debían fundirse
con la sombra de los cedros y que la
prudencia no es vana porque la
perfección siempre provoca la insidia».