Escrito en Tuxtla
Octavio Paz escribió: “La poesía de Óscar Oliva me recuerda a la de Eluard, no por el erotismo, sino por la limpidez: edificios verbales hechos de aire”. Oliva es un poeta de múltiples resonancias y armonías, alerta al nacimiento de nuevos mundos y expresiones. Marco Antonio Campos, apuntó: “En Oliva las imágenes se trastocan, se fijan, vuelven a trastocarse, y así infinitamente… El amor en Oliva es sensual.
Al dejar de dar vueltas soy capaz de regenerarme, trastocar mi hábitat,
al dejar de dar vueltas pierdo el sentido de todo, con senos y vulva amorosa, cuando soy capaz de regenerarme como la hidra verde de las algas de la pecera
-paraguas sin piel, milimétrico, continuamente produciendo y perdiendo células-
otras herraduras se cierran conforme avanza el mundo accesible que me ciñe, o el inaccesible, que tengo enfrente, al dejar de dar vueltas, sin poder desentrañarlo, a la velocidad que yo quiera, al acariciar, ser acariciada, al dividir, ser dividida
-¡Soy la estéril y muchas son mis hijas y nietas!-
como el continente que vi alejarse de la isla que se quedó a la deriva,
con el fantasma del perro que me acompañó hace 90 años.
Aún lleva en la cabeza una piedra refulgente que de noche me sirve de guía.
(Yo misma volviendo a ser la náufraga bajo tierra, yo sola con el mismo
material de mis familiares muertos, uno dentro del otro, iluminados, apagados).