Casas del Vedado
Los once relatos que integran esta obra rememoran un barrio emblemático de la burguesía cubana a la vez que advierten de un sector de la sociedad que decidió enclaustrarse en un espacio íntimo, vital, y que poco a poco quedó inmerso en una zona turbia, en un espacio enquistado, amurallado y que, impreciso, vacila entre la vida y la muerte. Los personajes mayormente femeninos de María Elena Llana se desenvuelven en opulentas mansiones incapaces de asimilar el proceso revolucionario de la isla; son víctimas, algunas, del conservadurismo y, otras, del cambio veloz que los hace perder sus pertenencias y hasta la razón; los objetos preciados se convierten en evocaciones de tiempos que no volverán, en símbolos que igual pueden invocar fantasmas o adquirir cierto poder inexplicable al punto de manipular y condenar una vida.