El lenguaje de las piedras
Glífica olmeca y zapoteca
En esta obra, Román Piña Chan incursiona en la simbología, la iconografía y la escultura de las etnias olmeca y zapoteca, que de alguna manera contribuyeron a la formación de la escritura maya. El jaguar representa a la madre tierra, dice el autor, y luego interpreta la simbología de la cerámica y las figurillas de barro de los grupos olmecas aldeanos; después analiza los signos iconográficos que se observan en algunos monumentos de piedra, propios de los grupos olmecas urbanos, y a continuación muestra algunos ejemplos de la escritura olmeca con base en signos que adquieren un significado ideográfico fijo. La parte que sigue está dedicada a los zapotecas. Éstos tuvieron relaciones con los olmecas en cuanto a la simbología de su cerámica, pero en el periodo de los centros ceremoniales ya contaban con una escritura. Así, tomando como ejemplo a Monte Albán, en el primer periodo muestra el Edificio de los Danzantes, donde se representa a recaudadores de impuestos, sacerdotes, artesanos, etc. Del periodo Monte Albán II muestra lápidas del montículo J, tanto de topónimos como de conquista y de tributos; del periodo Monte Albán III estudia estelas de conquista, estelas dinámicas y tumbas; del periodo Monte Albán IV describe lo que es el estilo ñuiñe, la evolución del glifo del año y otros temas. El ensayo termina con un catálogo de glifos zapotecas con algunas variantes y el nombre en zapoteca según el diccionario de Córdoba. En ambos casos el material estudiado es prehispánico.