En busca de la santidad
Los creyentes santos son los frutos más hermosos en la humanidad, son los elementos de más valor de la Iglesia, son los máximos contribuyentes a la felicidad de pueblo de Dios, porque nosotros reconocemos que la verdadera felicidad sólo se encuentra en Dios, y ellos han contribuido con su vida y su ejemplo a hacer un mundo mejor, más humano y feliz. Los santos son nuestros hermanos, nacen, viven y mueren como nosotros, pero con la diferencia de que ellos viven inmersos en Dios. Por eso, su vida es una obra maestra de la gracia divina. Ellos son los hombres de Dios por excelencia, los amigos de Dios.