Medir ficciones
Escribir contra uno mismo. Ser poeta. Ser poeta y no obrera. Ser obrera y no ser poeta. ¿Cómo hace la gente en esta ciudad insufrible para no escribir, aquí resistiendo la sequía, el calor y la violencia con la misma monotonía incurable? Peor aún, ¿cómo hace la gente en esta ciudad de ficciones para lograr escribir, por sobre los cafetines y los bulevares que, como nuncios de una realidad ajena, embarran un barniz de alta cultura al asfalto de nuestra provincialidad?
Medir Ficciones, de Isabel Ruiz, es un canto a esa perplejidad, ese espacio indeciso en el que el norte del país nos arroja a quienes, sin las despreocupaciones y aires filantrópicos de una clase acomodada y con las cargas sentimentales de habitar una urbanidad aún agreste, decidimos pergeñar versos casi por equivocación, como una maldición de la que no podemos ya librarnos.
Aquí, en el concreto, el sol, el polvo, la imposibilidad. Entre las plazas comerciales, el veintiúnico museo y el gerente de turno. Con la enfermedad de los padres, los hospitales, y la alegría de los niños que corren sus primeros años en callejones sin pavimentar. En el consuelo de escribir. Aquí se escribe en verdad el poema sobre Chihuahua.
Raúl Aníbal Sánchez