Entre desastres y resurgimientos
Cambio sociopolítico y cultura cinemotográfica en México (1968-2018)
En una sociedad mexicana en constante evolución y con significativos cambios en los ámbitos económico, político, social y cultural que se describen en los capítulos precedentes, la participación de las mujeres en el campo cinematográfico no podía continuar siendo una excepción, como lo había sido hacia 1917, cuando debutó Mimí Derba como la primera cineasta mexicana, o como cuando Matilde Landeta o Marcela Fernández Violante abrieron brecha, no sin resistencia, para las nuevas generaciones de mujeres cineastas. En el marco de la transformación sociopolítica del cine mexicano de los últimos 50 años, resulta en consecuencia significativa la aportación y el mérito de las directoras mexicanas de cine. De ahí que resulte promisorio que en el último capítulo de este libro se proponga hacer una mínima retrospectiva acerca de las directoras mexicanas de cine y subrayar su importancia en la producción fílmica mexicana de las décadas recientes.
Sin dejar de lado las referencias a las precursoras de una nueva riqueza fílmica, ahora proveniente de la mirada femenina, el análisis se concentra en cinco realizadoras y siete películas, a saber: El secreto de Romelia (Busi Cortés, 1988), Danzón (María Novaro, 1991), Las buenas hierbas (María Novaro, 2010), Nos vemos, papá (Lucía Carreras, 2011), Fecha de caducidad (Kenya Márquez, 2011), No quiero dormir sola (Natalia Beristáin, 2012) y Los insólitos peces gato (Claudia Sainte–Luce, 2013).
Con este cierre, y luego del tránsito iniciado y desarrollado desde el primero y hasta el último capítulo, el lector estará en mejores posibilidades, esperamos como grupo de investigación, para apreciar y valorar cuánto nuestro país, nuestra sociedad, nuestra cultura, y dentro de ella nuestro cine, han cambiado en el medio siglo de 1968–2018. Sin duda alguna otros aspectos merecen consideración, en relación con este periodo de estudio, con los potenciales objetos de interés que por ahora no han sido considerados. Pero lo que es un imponderable son las limitaciones de espacio y de tiempo que, por ahora, nos permiten centrarnos sólo en los aspectos referidos, sin desconocer, desde luego, todas las otras miradas que eventualmente se unan a esta perspectiva, en nuevos volúmenes.