Reseña

El Prefacio a Shakespeare se publicó por primera vez en 1765 (es decir, siglo y medio después de la muerte de William Shakespeare) como introducción a una edición en ocho volúmenes de las obras del gran dramaturgo inglés. Johnson, desde luego, no fue el primer compilador de esas obras, ni siquiera su primer comentarista: es su manera (moderna) de aproximarse a la crítica literaria y su extraordinaria inteligencia (aforística) la que ha asegurado a su texto un lugar extraordinariamente relevante en la historia de la literatura. En él, Johnson no sólo avaló con argumentos de erudito el lugar de Shakespeare entre los clásicos —y, por extensión, el suyo propio—, sino que definió, ya en el siglo XVIII, una manera de leer a Shakespeare, como el primer dramaturgo de lo humano, que en muchos sentidos sigue predominando hasta nuestros días.