Reseña

“¿Los poemas hablan?” Pregunta Pura López Colomé en el primero de los cuatro ensayos que componen este libro. “Digamos que sí”, responde con la certeza de quien sabe que abordar los claros misterios de la materia con la que los poemas están compuestos requiere encarar -enfrentándolos con la temeridad indispensable- ciertos riesgos. Zonas de luminosos vislumbres, sí, pero también simas de impenetrable oscuridad, por las que la autora -notable poeta y traductora ella misma- se adentra, dueña de una lámpara de mina que le permite avanzar con apasionada lucidez: “Estoy hablando de una fuerza poética que me rebasa”, admite con naturalidad, con abierta franqueza. Y el lector agradece esta apertura de espíritu con la que combina sus minuciosas lecturas y las puntuales referencias que no esquivan la nota biográfica o el relato de vivencias propias de su más dilecta intimidad. En este contexto, sus incursiones de espeleóloga en la obra de estos cuatro poetas -Montalbetti, Zurita, Moldoon, Longley- se enriquecen de forma admirable y cumplen cabalmente con el propósito de ir a fondo. Cuatro voces que le son no sólo cercanas sino entrañables y a través de las cuales Pura López Colomé comparte su preferencia por los “golpes de timón”, muestras de vitalidad poética, cuando cada una de estas voces, plenas de energía verbal, se encuentra al filo de una revelación. “Las palabras -nos confía- siempre han triunfado en mi vida, guiándolo todo desde temprano, para bien y para mal”.

Jorge Esquinca