Furia
Lázaro y Juan son dos soldados de bandos contrarios que desertan de la guerra y, en la huida, se hacen amantes. Vicente Barrera, un vendedor de hilos que antaño iba de pueblo en pueblo conquistando mujeres y sembrando sus hijos en ellas, pasa sus últimos años amarrado en un cuarto, convertido en un perro iracundo. María ha encontrado en Salvador un amor que, de tan profundo, parece disolverlos el uno en el otro y mezclar sus sueños como si fueran producidos por la misma mente. Es en el desierto que el destino de los personajes se entrelaza, que sus heridas se heredan. En ese paisaje limpio donde –con una mirada o con una mordida– la furia y el deseo hallan su camino a través de los cuerpos, Juan encontrará a alguien que dice ser un hombre, luego una mujer, pero que a ratos se comporta más como una bestia que como un ser humano.