Reguero de cadáveres
Advertencia
Las crónicas que estás a punto de leer fueron escritas durante uno de los periodos más oscuros de la historia del puerto de Veracruz, una ciudad de por sí habituada, desde su nacimiento hace cinco siglos, a padecer cíclicamente toda clase de invasiones, asedios, asaltos, plagas, epidemias y catástrofes naturales y humanas. Creo que no exagero al afirmar que las gobernaturas sucesivas de Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte de Ochoa constituyeron unas de las peores calamidades que le han ocurrido al estado de Veracruz y al puerto en este siglo, y para probarlo están ahí los miles de ciudadanos asesinados o desaparecidos durante el doble sexenio, los cientos de fosas clandestinas descubiertas a lo largo y ancho de la entidad, que albergan los cuerpos mutilados de los primeros; el saqueo de las arcas, la entrega ignominiosa del estado al crimen organizado, y el abandono total de la población veracruzana: hombres, mujeres y niños que en las primeras décadas del siglo XXI recibieron agua en vez de quimioterapia, simulaciones en vez de programas sociales, y humillaciones y amenazas en vez de justicia.
En estas crónicas sorprendentes, Juan Eduardo Flores Mateos ha puesto su mirada y su escritura al servicio de una realidad escalofriante que aún estamos lejos de dar por superada. Fruto de la curiosidad genuina y del amor al lenguaje popular jarocho y a sus estrambóticos personajes marginales, las piezas que componen este libro nos hunden en un verdadero mar de narraciones humanas. Historias de la calle y de la vida cotidiana, relatadas desde el asombro, la compasión y la inteligencia, pero también desde ese humor irreverente tan típico del puerto, y desde la rabia y la indignación más puras. Relatos que los jarochos solíamos pasarnos de boca en boca en aquellos tiempos, a veces incluso en verdaderos susurros, y que nunca llegaron a los titulares de los medios tradicionales. Historias en donde la artificiosa división entre “buenos” y “malos”, entre “héroes” y “villanos”, “víctimas” y “malandros” se revela como lo que verdaderamente es: una ficción en el campo de lo humano. Crónicas, en suma, que pasarán a la posteridad como documentos, testimonios de una época terrible, y que hoy arrojan un esperanzador rayo de entendimiento en la oscuridad en la que aún hoy tropezamos a tientas.
Fernanda Melchor