Reseña

Entre todas las definiciones posibles para explicar qué es el arte no es la menos cierta aquella que indica: si después de percibir la obra eres otra persona, es decir, has cambiado, entonces estuviste ante una obra de arte. Es un criterio que parece por efecto (no por defecto): la impresión de la obra sobre el espectador. En la literatura: sobre el lector.

En este libro, el lector tiene una propuesta que requiere una participación aguda: el autor se ha propuesto expresar su arte literario desde poemas y prosas que parecieran carecer de unidad de tema, incluso de unidad de género. Pero una vez entrando en su ritmo, comienzan a generar un profundo recordatorio sobre las posibilidades de la lengua escrita.

Ir desde Tijuana, hasta un remoto hotel en Italia, viajar desde la pasión intensa hasta la fría indiferencia, recuperar ─así sea en la literatura─ el amor perdido, dejar salir los malos humores, volver como un crío a llorar por lo obtenido y por lo no conseguido. Esto y más se encuentra en sus prosas y poemas, con especial pulcritud en los cantos que los mezclan.

Podemos decir así que Aldo Fulcanelli ha esperado un tiempo suficiente a madurar su producción poética y sus relatos ─algunos de ellos verdaderas prosas poéticas─ para entregar este experimento acabado y exitoso de su voluntad creadora.

Es el lector, la lectora, sin duda quien tendrá que colocarlo en el espectro del arte. ¿Hasta dónde hiende, alza o empuja? Motiva, sin duda. Sobre todo: recuerda, recuerda que el arte existe y recuerda para qué existe el arte.