Canek
Combatiente del tiempo
Al paso del tiempo, los nombres de los mártires americanos de la época de la Colonia (Atahualpa, Tupac Amaru, Hatuey, Cuauhtémoc, Canek) como que han empezado a olvidarse. Y, con alguna excepción, se alude a ellos de manera aleatoria y un poco al desgaire. Por lo general, los niños, los jóvenes estudiantes y aun los adultos, saben poco o nada de estos hombres epónimos que lucharon con el denuedo de la dignidad humana contra la invasión extranjera que buscaba arrebatarles sus tierras y su libertad.
Canek (1730?-1761) es el paradigma maya de la bravura de esta casta de héroes a quienes sólo pudo reducir la muerte.
Para fijar su temple y las circunstancias que rodearon la rebelión, el autor se ha visto precisado a retratar con dura retórica la vida colonial del Yucatán del Siglo de las Luces con todo lo que con llevó esa época de dolor y miseria para la raza maya. El final de la épica es previsible: el héroe y sus hombres de flechas caídas en desuso y escopetas inútiles son diezmados por el poderoso armamento español. Canek es descuartizado en la Plaza Mayor de Mérida, quemados sus despojos y arrojados sus cenizas al viento ante el júbilo de la canalla. La brutalidad del sacrificio provocó el asombro y el espanto de la América española del siglo XVIII.