Junturas de María Luisa Puga
Un lago.
Una casa.
El recuerdo de una escritora se funde en un paisaje que pervivirá.
Como en un cuento de viejas calabazas la historia se repetirá una y otra vez. Estamos sentados frente a una chimenea y alguien, con una voz armoniosa, relatará ese día que Yolanda llegó a la cabaña de Zirahuén y María Luisa Puga se metió en sus emociones. Ya había sido elegida para ser objeto de estudio, pero en qué momento esa autora nacida en 1944 y muerta en 2004, iba a ser como una extensión infinita de lugares y personas. El tiempo que es un espejo muchas veces absurdo no se detiene en la palabra infinita. Sin embargo, hay algo que no se rompe ni se romperá: estas junturas que unen a un ser con otro, como en un espiral donde aparece Isaac Levín, una cabaña, un lago y este libro.